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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

al dia siguiente habíamos de salir para la fiesta y convite de Ancanamon, por llegar el dia señalado con bastante tiempo. Fuése acercando la noche, y con su vecindad nos fuimos acercando y recojiendo al abrigo de las casas, habiendo ante todas cosas ido todos los varones por un viaje de leña para calentarnos, que este era el ordinario ejercicio que teníamos, sin reservarse aun los mismos caciques; y al acostarnos en la cama me volvieron a rogar mis camaradas los muchachos y discípulos, les volviese a enseñar la oracion del padre nuestro, porque ya iban entrando en él: hícelo así por darles gusto y por el que yo tenia de verlos tan inclinados al conocimiento de Dios, nuestro Señor, y despues de haberlos enseñado, me encomendé a nuestro Dios y a su madre santísima, y acabadas mis oraciones, dimos rienda suelta con el sueño a nuestros fatigados sentidos. Ponderemos, si puedo (ántes de proseguir ni dar principio a otro capítulo), el entrañable afecto que estos muchachos mostraban al conocimiento de Dios, nuestro Señor, los padres y las madres el gusto que recibian en oir a sus hijos recitar las oraciones: patentes y evidentes muestras todas de unos naturales dóciles y sujetos a imprimirse fácilmente en ellos los mas ocultos misterios de nuestra santa fee católica; con que podré decir y sacar de aquí el poco cuidado y solicitud que parece pusieron en sus principios nuestros antepasados y pobladores antiguos, en industriar a estos humildes bárbaros en la doctrina cristiana, cuando en todas las partes y lugares adonde asistí miéntras estuve cautivo, experimenté esta verdad, de donde colijo que siempre habemos sido el oríjen de nuestros males, por no haber sabido encaminar nuestras acciones a lo verdadero y cierto, que es Dios, a cuya causa la guerra de Chile ha de ser perpétua e inacabable, porque somos hoi peores que los primeros conquistadores en las maldades, en las traiciones e inhumanidades que usamos con estos pobres naturales, como lo irémos manifestando en los capítulos de adelante.

CAPITULO VII.

De como el siguiente dia salimos para la borrachera y festejo de Ancanamon, el viejo Llancareu, Maulican su hijo, sus hermanos y yo, con otros dos caciques sus vecinos y mas de veinte indios de su parcialidad con sus familias, y algunos morales necesarios al intento. THE S El siguiente dia cerca de las tres de la tarde, salimos para la fiesta los vecinos, sujetos y comarcanos de Llancareu, cacique principal de Repocura, con Maulican su hijo y sus familias, quedándose en resguardo de los ranchos las mas viejas mujeres e impedidas; llegamos aquella noche a alojarnos una legua de adonde la borrachera se hacia, en euyo sitio tuvimos ciertas noticias de que la misma tarde se juntaban al lugar diputado Ancanamon y los dueños del convite, para el dia siguiente dar principio a su festejo y a su jovial entretenimiento. A mui buena ocasion habemos llegado (dijo Maulican mi amo), por-