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HISTORIADORES DE CHILE.

de Ancanamon, adonde al derredor de los fogones se armaron diferentes bailes y convites, que duraron hasta otro dia. Segunda vez me llamó a su rancho Ancanamon, y fué tanto el amor que me cobró, que lo manifestó con obras y agasajos, pues demas de ellos me ofreció una nieta, que lo era tambien de la española que le llevó con las demas el fraudulento embajador; propúsome y dióme a entender con benévolo semblante la voluntad que me tenia, y el gusto que recibiria que yo le tuviese de quedarme en su casa; que por mí daria a mi amo las pagas que quisiese, y me casaria con su nieta. Agradecíle su oferta con extremo, y respondíle mui a su satisfaccion: lo primero, le signifiqué el amor que me tenia Maulican mi amo, los disgustos y pesadumbres que por mi causa habia tenido, los empeños en que se habia puesto por defenderme, y que sin su gusto y beneplácito no parecia bien tratar de mis comodidades, que por tales juzgaba las que me ofrecia. Lo segundo que se me ponia adelante, era el que con brevedad aguardaba resolucion de mi rescate, porque los caciques de la costa me habian remitido cartas de mi gobernador, y enviado repuesta mia, con que tenia por sin duda que se efetuarian los tratos principiados por aquella parte. Es verdad, dijo Ancanamon, que con mi permiso pasaron esas cartas y ham vuelto las vuestras, y esperamos rescatar nuestros caciques presos por vuestra persona; pero si en el entretanto quisiereis habitar conmigo, estaréis mas cerca y será con gusto de Maulican vuestro amo, que aquí le daré las pagas que quisiere. No quisiera (le respondí) que entendiese que yo solicitaba el dejar su compañía y faltar de su obediencia, que aunque estoi conociendo que vuestra asistencia fuera para mí de grande conveniencia y para mis mayores medras, así por estar amparado de vuestra casa, como por librarme de los riesgos de la vida en que por allá me veo, porque han principiado a perseguirme los caciques de la cordillera y algunos de nuestros vecinos y comarcanos; con todo eso, quiero mas asistirle y no faltar a su gusto, que no que se persuada a que falto a la obligacion de agradecido y verdadero correspondiente; que si yo estuviese cierto haber de ser dilatada mi asistencia entre vosotros, sin que hubiese persona alguna que se acordase de mí para rescatarme, ¿qué mejor suerte podia tener, que la que me ofrecia vuestra gracia y benevolencia? Mas tened por cierto que si este verano no se efetúa lo tratado, y mis esperanzas se malogran, que he de solicitar con efecto el venir a serviros. Mucho gusto me han dado vuestras razones (me respondió Ancanamon), que por todos caminos manifestais lo ilustre de vuestra sangre y la nobleza de vuestro pecho, que sabeis agradecer la voluntad de Maulican y sus agasajos. Con todo eso, le daré una puntada y le rogaré que os deje conmigo, porque estaréis mas seguro y apartado de vuestros contrarios, y yo estimaré teneros en mi compañía. Yo fuera el dichoso en asistiros (le dije al cacique), y si Maulican tuviere gusto de dejarme, le tendré yo colmado de serviros. Estando en estas demandas y respuestas, se allegaron a nuestro fogon a brindarnos dos mocetonas solteras conocidas de Ancanamon, y como estaban alegres con la conti-