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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

nuacion de las bebidas, con facilidad mostraron lo liviano y jocoso de sus naturales, que es propiedad del demasiado beber al mas atento y a la mas recatada mujer quitarle el velo de su honestidad y compostura. San Gerónimo dijo, que el beber vino la mujer, era sacrilejio, y San Juan Chrisóstomo nos manifiesta no haber cosa mas torpe ni mas fea que la mujer bebida, porque cuanto mas flaco y débil es el vaso, tanto mayor es la tormenta y el naufrajio. Abrióles la puerta el cacique Ancanamon (que tambien tenia los spíritus calientes y alborotados los sentidos, aunque no privado totalmente del juicio) con algunas palabras amorosas y de chocarrería, y echando los brazos sobre los hombros de la una, dijo a la compañera que comunicase conmigo y se me arrimase. Pues sí me allegaré a él, respondió la moza, porque es para querer y de mi gusto. Luego que oí semejantes razones, como avergonzado miré al Ancanamon y me arrimé mas a su lado, quien me dijo: bien puedes (capitan) dar gusto a esa malguen (que quiere decir moza), que yo te haré espaldas. Esto era cerrada la noche, y aunque habia luces en el rancho, algunos rincones estaban obscuros y tenebrosos, adonde se apartaban a comunicarse a solas los conocidos; demas de que en aquellas ocasiones ninguno atiende mas que a beber, a bailar y cantar, y tambien a encontrarse cada uno con la mujer que puede o desea. Yo juzgué que lo hacia el cacique por tentarme y por reconocer la inclinacion que tenia al sensual apetito, a quien respondí advertido, que estimaba con extremo la amorosa accion de la dama, pero que perdonase mi cortedad y el no poderla servir en correspondencia torpe y deshonesta; que acetaba el bríndis que me hacia, y que a la voluntad que me mostraba, quedaba bastantemente agradecido; que los cristianos y cautivos no podíamos ofender a Dios N. S. tan a las claras, y mas con mujeres infieles y ajenas de nuestra profesion, porque era pecado doble y de mayor marca. Si lo haces de vergüenza o de temor (me replicó el cacique), bien puedes no recelarte, porque esa moza no tiene marido que la mire y es dueña de su voluntad, sin que haya persona que se la impida ni coarte: quédate con ella, que yo me voi a despachar a esta otra su camarada y luego vuelvo. Acercóse la mocetona a mí y significóme mas despacio lo que el cacique me habia dicho, que no tenia marido ni quien sus acciones perturbase; y acordéme en esta ocasion de lo que la otra lasciva mujer representó a un mancebo que solicitó a su torpe correspondencia, que para mas obligarle, quizá por no haber hallado en él la facilidad que su amoroso gusto deseaba, le dijo que no habia cosa que pudiese darle cuidado, ni perturbar sus intentos: lo propio me sucedió con esta moza, y por no dejarla corrida, la dije que estimaba su voluntad y amor, que yo la solicitaria al descuido cuando no nos viese ni pudiese notarnos persona alguna; ni tampoco tenia gusto de que el cacique Ancanamon supiese mi liviandad ni conociese mi flaqueza, y que así se fuese en buena hora, que despues en la bulla del baile la solicitaria con cuidado. Bebí la chicha con que me brindó, y volvíle la vasija rogándola que se fuese luego, porque vendria ya el cacique, que