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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

suyos, y a mí me encargó el secreto, con que nos volvimos a donde los demas estaban cavando y sembrando las chacras. A cabamos con la noche nuestra faena, y aunque se pusieron a beber en el rancho de mi amo y a bailar, como se acostumbra despues del trabajo, salió Maulican con su padre Llancareu del concurso de los demas, y comunicaron despacio el mensaje que nos habian traido, y acordaron manifestarle a los otros caciques sus amigos y compañeros en la cava, que ellos llaman quinelob: hiciéronlo así, y resolvieron entre todos convocar en secreto todos sus sujetos, amigos, deudos y parientes, y que Maulican se ausentase de su rancho y se fuese a casa de uno de los caciques que se hallaban en aquella ocasion con él, y a mí me dejasen en el monte bien escondido y oculto y en parte adonde aunque me buscasen no diesen conmigo; y con esta resolucion que tomaron, prosiguieron su fiesta y entretenimiento. Gran consuelo recibí con haber reconocido en aquellos caciques natural afecto, y con resolucion valerosa, grande arresto en mi defensa, con que se minoraban mis congojas, y mis aflicciones se hallaban desahogadas, y principalmente con la contemplacion divina, poniendo mis esperanzas en quien es el dueño absoluto de las voluntades, recibiendo de su bendita mano los trabajos y tribulaciones que padecia, y como de quien de mas cerca asiste al que se los comunica para su mayor consuelo, que bien lo dijo San Bernardo. Demos gracias (dice) a nuestro Dios y Señor, padre de misericordias, que en los mas graves aprietos y conflictos mas grandes está con nosotros, para que con esfuerzo y valor podamos llevarlos y sufrirlos, y tener constancia y sufrimiento en ellos, alicionándonos del mesmo Cristo y S. N., como lo amonesta el mesmo doctor. Al cabo de algunas horas despues de la media noche, cuando mas fervorecidos y alegres se hallaban los compañeros, me llamó Maulican y el viejo Llancareu su padre, y sacándome fuera del rancho, me dijeron: ya sabeis (capitan) el aviso que habemos tenido de la determinacion con que estan los caciques de la cordillera, y que sin duda alguna han de venir a maloquearnos solo por matarte; y así has de tener paciencia y sufrimiento, que quiero llevarte al monte, adonde estés algunos dias miéntras pasa la furia de nuestros adversarios. Mis sobrinos irán de noche a dormir contigo y hacerte compañía (que eran los nietos del viejo mis amigos y compañeros), y te llevarán de comer sin que lo sepan ni entiendan mas que los de mi casa. Vamos a la montaña, que aquí cerca te pondré adonde, si estuvieses muchos años y te solicitasen hallar con todo cuidado, no habian de topar contigo. Yo le agradecí la prevencion y el cuidado que ponia en asegurar mi vida y en defenderme de mis enemigos. Salimos a aquellas horas Maulican y yo, y en nuestra compañía los dos muchachos, que llevaban la cama en que nos acomodábamos los tres, y nos fuimos entrando en la montaña, que estaria de los ranchos cerca de dos cuadras; y lo que llevamos en nuestro favor fué la claridad y resplandores de la luna, que estaba en vísperas de su lleno, porque de otra suerte era imposible penetrar lo denso y escabroso de las ramas: