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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

reparado, cuando alguna noche se queda fuera de casa un ovillo de lana o pedazo suelto, que solo del rocio amanece empapado en agua, y parece que está enjuto, y llegando a exprimirlo, sale el rocio que se embebió en él? Sí, capitan, me respondió el muchacho, es verdad que la lana suele amanecer del rocio embebida en agua, y parece estar enjuta. Pues de la mesma suerte (le dije), en el vellocino puro y cristalino de María se embebió la divinidad de Cristo S. N., sin que le impidiese la virjinidad purísima de María, Señora nuestra; y todos conforman en que este vellocino de Gedeon de que vamos hablando, es la Vírjen María, y el celestial rocio el Verbo Eterno: así lo dijo el ilustrísimo Villarroel. Con grande erudicion toca esta materia San Cirilo Hierosolimitano, y confunde a los judios y a los jentiles con sus propias fábulas, que tienen. por verdaderas, y les tapa las bocas diciendo: ¿por qué afirmais y decis que las piedras arrojadas y postradas por el suelo producen hombres y se trasforman en ellos? cómo negais que puede una vírjen parir siendo vírjen? Los que imajinais o presumis que del meollo o celebro de Júpiter nació su hija, ¿cómo teneis por imposible que de un virjinal vientre nazca alguna cosa?Y para prueba de la grandeza de Dios y de su poder infinito, dice mas el santo: estéril era Sara, y falta ya por sus muchos años de la naturaleza para poder concebir, y parió fuera de los términos naturales; pues agora, el parir la estéril, como la vírjen, es contra la naturaleza, o cosa sobrenatural, como se vé; o has de negar ambas cosas, o concederlas. Mas aprieta la dificultad y dice: Eva fué nacida de varon, y no concebida en madre; María, pues, representó el oficio prestado de la gracia, y no de varon; por sí sola, sin haber sido maculada parió por virtud de Dios y por obra del Spíritu Santo, porque Dios lo puede todo y está en todas partes. Y porque con mas claridad vengais en este conocimiento, os pondré un ejemplo a vuestro modo, y veréis, si sale mañana el sol, en una bategüela de agua clara, penetrar con sus rayos los cristales y representarse en ellos de la mesma suerte que estan en el cielo. Y ¿ahora no podréis, capitan, hacer la experiencia con la luz de la vela (dijo el cacique)? que aquí os traerémos una bategüela de agua clara. Venga en hora buena (le respondí), y veréis lo que digo, aunque no con la propiedad que con los rayos del sol se manifestara mi deseo. Trajeron la batea de agua, y dejéla sosegar mui bien y puse luego la vela ardiendo a la vista del agua, y como en un espejo se representaba el resplandor de la propia suerte que se mostraba afuera; estuvieron mirando con atencion el misterio, y confesaron que tenia razon, pues la vela y su luz estaba dentro del agua de la mesma suerte que la teníamos presente afuera. Pues así habeis de considerar el misterio de la encarnacion del Hijo de Dios en las entrañas purísimas de María, Señora nuestra, que penetra su poder lo claro y cristalino de su virjinidad santa y pura, sin que padezca lesion ni mancha alguna, como el agua clara, que se está en su ser, sin moverse ni enturbiarse, aunque le penetre el rayo del sol, el de la vela, o otro cualquier resplandor que sea; y sobre todo, el poder de Dios es el que habeis de considerar, que no hai imposible