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HISTORIADORES DE CHILE.

de oirlas recitar al muchachuelo. Antes de dar principio a la oracion del Ave María, pregunté a mi discípulo, que si le habian parecido bien las hechicerías y ceremonias del mache de la pasada noche, y me respondió, que de ninguna manera se inclinaba a mirarlos, porque les tenia miedo, y mas aquel, que parecia demonio en su cara, talle y traje; y es así, que hai otros curanderos que hacen algunas ceremonias finjidas chupando al enfermo el estómago, y escupiendo sangre de la boca, dando a entender que se la sacan de adentro del pecho, y para esto dicen que suelen sajarse la lengua o picarse las encías, para hacer estas demostraciones; y estos verdaderamente no tienen pacto con el spíritu malo, como los otros que llaman huyes, que son nefandos, como queda dicho, y estos son los que causan mayor pavor y espanto: finalmente, el muchacho mostraba en todas sus acciones tener escojido natural, aplicado a lo bueno y desviado de lo malo. Principiamos el Ave María en su lengua diciendo: upchia cimi María, Dios te salve María, y con gran cuidado me preguntó, que quién era María; a que le respondí, ser hija y madre de Dios, en cuyas entrañas purísimas encarnó el Hijo de Dios, y nació de ella por ser tan santa, tan pura y tan limpia como las estrellas, quedando pura, intacta y doncella (le dije para la explicacion a su modo) ántes del parto y despues del parto, y siempre vírjen. ¿Cómo puede ser eso, replicó el muchacho, que la mujer que pare, quede virjen? Admiróme la duda del muchacho y respondíle cuidadoso de satisfacérsela; y aunque quise explicarle el sacramento con las palabras del santo rei David, no me atreví sin la interpretacion elegante de los santos doctores, que para responder algo al discípulo que daba muestras de sobrenatural discurso, me valí de la explicacion de algunos santos doctores. Dice San Pedro Crisólogo las siguientes razones: el vellocino tiene su oríjen del cuerpo, pero ignora totalmente las pasiones dél: así la virjinidad, estando en la carne, no se inficiona con los vicios de ella; y en conclusion, el celestial rocio con un plácido ilapso se deslizó al virjíneo vellocino, y toda la onda de la Divinidad se encubrió en el pasoso vellico de nuestra carne. Las mesmas palabras, algo mas ampliadas, parecen en la boca del gran defensor y devoto de la Santísima Vírjen, San Ildefonso. El vellocino (dice este santo) representa a la Vírjen Santísima, y como este, tocándole tanto al cuerpo, huye los resabios del cuerpo, así la virjinidad, aunque está en la carne, ignora los vicios de la carne; bajará, pues, el Verbo como lluvia al vellocino, porque el celestial rocio (esto es la onda de la Divinidad) con un deslizo agradable se virtió en el vellocino puro y virjíneo de María, cuando el Verbo se hizo carne y se unió a nuestra naturaleza. Aunque habeis dicho muchas cosas (dijo el muchacho), no os he entendido las mas; y el cacique, habiendo estado mui atento, me dijo lo propio. Pues aguardad, que mas rateramente os lo quiero dar a entender, dije a mis oyentes. El vellizo [sic] es como un vellon de lana: ¿no habeis