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HISTORIADORES DE CHILE.

o algun pariente mio con la seña que yo os enviare, o cartas que le traigan. En mucho estimo vuestro favor (respondió el viejo cacique), porque estoi enterado de que ha habido algunos que han deseado la asistencia de este capitan en sus casas por servirle y regalarle, que verdaderamente, como es niño, se lleva la voluntad de todos. Yo os agradezco la lisonja que me haceis, prefiriéndome a tantos pretensores: lo que os podré asegurar es, que lo tendré como a hijo, y atenderé cuidadoso a su resguardo y seguridad. Pues por entenderlo así (dijo Maulican) no me pareció dejarlo en otra parte, porque quiero bien a este capitan y deseo con extremo su rescate y sus conveniencias, que se estan ya tratando para este verano. Y volviéndose a mí, que me tenia a su lado, enternecido me dijo con grande amor: bochun (que quiere decir hijo), aquí te puedes quedar hasta que sea tiempo de que te vuelvas a tu tierra, que harto siento el apartarte de mi lado; mas, bien conoces que lo hago por tu seguridad y por tu bien: quédate en buen hora y procura servir a Tureopillan, nuestro amigo y patron tuyo, con todas veras, dándole gusto en todo lo que te mandare. Levantóse con esto diciendo que era tarde, que queria llegar a hacer noche al rio de la Imperial, por poder otro dia llegar a su casa temprano; despidióse del cacique, y al salir por la puerta, me dió un abrazo tiernamente, y aunque el cacique le habia rogado que se quedase aquella noche, se excusó, y saliendo afuera, salimos todos con él. El viejo Llancareu y sus nietos mis compañeros y amigos se pusieron a llorar conmigo mui de veras, que aunque me quedaba de buena gana, no dejé de enternecerme, por el sentimiento que mostraban con mi ausencia; abrazáronme con amor y con ternura, y aunque pobres me dejaron dos camisetas o tres de las que tenian, y otra frezada nueva para mi abrigo, porque era el tiempo mas riguroso de frio de todo el año. Con que dándonos muchos marimaris y abrazos, se fueron con Dios y yo me quedé adonde deseaba.

CAPITULO V.

En que se trata de mi quedada en casa del cacique Tureopillan, cacique principal de aquella regüe, y de la ajilidad con que se hallaba, siendo mui viejo, y de la estimacion que estos hacen de el que es valiente y soldado. Cojieron su derrota mis compañeros y dueños de mi voluntad para su tierra Repocura, y dejáronme de la otra banda del rio de la Imperial, en casa de Tureopillan, anciano al parecer de mas de ochenta años, aunque estaba mas ájil y alentado que el viejo Llancareu padre de mi amo, que juzgué no seria la diferencia que habia entre los dos, de un año, mas o menos, por las memorias que hicieron, en la competencia de edad, de cosas antiquísimas. Y siendo iguales en el tiempo, parecia Llancareu padre de Teuropillan [sic]; en que se confirma que no son los años los que imposibilitan la naturaleza, ni apresuran las canas, sino son los trabajos, enfermedades y desasosiegos, con incomodidad de la vida humana,