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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

ñada con la gravedad conveniente y necesaria a su majestuoso estado. Volvióse con esto el gobernador a la ciudad de la Concepcion, pareciéndole imposible el que llegase a tener efecto la propuesta de mi padre, a cuyo parecer se arrimaban los de los ministros privados, que por conservarse en los oficios se iban de ordinario con la voluntad y gusto del que los rejia; a cuya causa no se puso el cuidado para el buen acierto, que se pudo conseguir si con tiempo se hubiese prevenido. Mas es sin duda castigo merecido, guiado de la divina Providencia, para los superiores que desprecian consejos y pareceres de personas ancianas y expertas en su profesion, que son las que se deben buscar y anteponer a los presumidos bachilleres, como lo sintió Egidio: que aunque uno sea (dice) bien ejercitado en letras divinas y humanas, y a esto se le allegue un buen uso de razon, si le falta la experiencia es de ningun efecto su consejo.

Pues, qué se podrá aguardar de aquel que solo atiende a mentir y adular a los que gobiernan, que por la mayor parte son admitidos y adula, estimados para castigo de nuestras culpas, destruccion de nuestros reinos y ruina de nuestras casas. Porque no hai enfermedad ni peste mas contajiosa en una república, que la adulacion y mentira, y como siente Ciceron, entre los amigos es mortal veneno. Y ¡desdichados los superiores que a su halagüeño viso se sujetan, que cuando ménos piensan, hallan la dura muerte entre sus halagos y blanduras! Porque, como dijo el ilustrísimo Villarroel, mas son los que mueren de este achaque, que los que al trocado escuchan vituperios: y a nuestro intento lo pensó mui bien Eurípides diciendo, que las ciudades y casas bien habitadas las destruye y aniquila esta fiera doméstica, y hace que las voces y llantos del comun concurso no las oigan los príncipes que gobiernan, ni los que pueden correjir, corrijan y remedien los excesos y tiranías que en reinos tan remotos como Chile se experimentan: que en él son absolutos señores los que tienen el réjimen y el mando, y presumen, desvanecidos de estos lisonjeros, que todo se lo saben, todo lo alcanzan y entienden, con que intentan y hacen lo que les parece, y ejecutan lo mas que se les antoja, sin otros pareceres que los que a su paladar y gusto se ajustan, y con aquellos que solo atienden a sus mayores medras e intereses, causados de la esclavitud de esta desdichada nacion, de que se ha orijinado la dilacion prolija de esta guerra, por parecerme no justificada. Y porque en otra parte de este libro daré las causas que me mueven a hacer este concepto, pasaré adelante en mi intento, y digo, que con gran facilidad se dejan llevar los superiores de los aduladores consejeros, que los encaminan a buscar sus conveniencias a costa de la sangre de los pobres, cuando reconocen la codicia insaciable con que vienen atropellando la razon y la justicia; de que se sigue que a pocos lances tiranizan el reino y le dejan en peor estado del que le hallaron, y los habitadores de él mas lastimados cada dia, mas aflijidos y vejados. Porque hai pocos o ningunos que sepan responder a tales malsines allegados, lo que el gran emperador Federico cuando sus pri-