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HISTORIADORES DE CHILE.

señan y mejor obran con el ejemplo de sus santas vidas, los jentiles ignorantes con almiraciones dicen: bendito sea el Dios que tales siervos y ministros tiene, que muestran ser el verdadero, porque si no fuese justo y santo, nunca su pueblo estuviera tan cerca de la justicia, amparándola y defendiéndola. Esto es lo que puede el ejemplo en los ignorantes y en los que nunca tuvieron conocimiento de nuestra fee católica. Vamos adelante con las palabras del santo: al contrario (dice), si enseñan bien y obran mal, conversando peor los jentiles que estan a la mira, dirán: ¿cuál es el Dios de estas jentes que tan abominables cosas hacen? por ventura permitiera semejantes maldades, ni las tolerara, si no fuese consentidor de ellas? Veis aquí como nuestro Dios es blasfemado por malos y perversos cristianos, que no puede un señor, teniendo mala familia, granjear buena opinion ni crédito. Luego, bien podrémos decir que a estos pobres infieles no los enseñaron, sino fué a blasonar [sic] a Dios N. S., como dice San Crisóstomo, y a fu de armas y rigores los hicieron cristianos, y lo fueron de cumplimiento y solo en el nombre, porque con palabras querian parecer ministros de Cristo S. N., y con sus perversas obras embajadores y siervos de Satanas. Vamos a la última condicion, y averigüemos si hubo causa lejítima y justa para entrar a esta conquista de Chile guerreando a fuego y sangre, sin otras dilijencias que se deben hacer ántes, como en otra parte de este libro estan manifiestas. En

CAPITULO VIII.

lainn da min que se prueba no haber dado causa alguna estos indios chilenos en sus principios para haberlos entrado guerreando, ni S. M. haber dado tal permiso. Las causas que justifican las guerras que contra infieles jamas vistos ni doctrinados se emprenden, son el haber estorbado o impedido que nuestra fee católica entrase en sus tierras o distritos, habiéndola querido entrar por buenos y apacibles medios, o habiéndola blasfemado con patentes persecuciones o perversas persuasiones; y habiendo permiso declarado del príncipe, se les puede hacer guerra, bien manifiestas y averiguadas estas causas. Reconocida por los efectos la intencion con que entraron guerreando nuestros primeros conquistadores, no se hallará que ninguna de estas referidas causas concurriese en los principios de esta conquista; porque no habiendo conocido ni visto jamas a los españoles, sino fué por noticias que de los vecinos lastimados tuvieron, conquistados a fuerza de armas, manifiesta cosa es, que no los habian contradicho, impugnado ni mostrádose enemigos capitales de nuestra relijion cristiana, pues no la conocian ni se la habian dado aun a conocer: con que no pudieron perseguirla ni solicitar destruirla con abiertas y claras persecuciones, o por ocultas y secretas persuasiones (como advierte Santo Tomas), o por otros caminos solicitando que los cristianos rene-