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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

Sin duda alguna que han estado mal defendidas y mal amuralladas nuestras lastimosas fronteras, por haberles faltado el baluarte incontrastable de las letras, con sagaz y prudente sabiduría, pues tan postradas y abatidas se han hallado, y de sus enemigos ignominiosamente supeditadas. Dirán algunos de los que solo atienden a lo aparente y a lo ostentativo, que cuándo se ha visto el orbe mas ilustrado de letras y nuestra monarquía mas acompañada de sabios y doctos, los reinos, provincias y repúblicas mas abundantes de audiencias tribunales, que y los que el dia de hoi florecen con ventajas y sabios nos asisten; a que responderé lo que he experimentado, y ser verdad lo referido, pero que en esa muchedumbre de consejos, audiencias y tribunales está la perdicion y total ruina de nuestros reinos, porque si hai algunos que se ajusten a usar de la sabiduría como se debe, aplicándola a la razon y justicia rectamente, otros, o los has, la abusan, dejándose llevar de nuestra humana malicia (como lo sintió Pedro Blesence, gran letrado), oponiéndose a la clara y verdadera luz de su doctrina. Son sus palabras las siguientes: aquellas antiguas ley es de los príncipes soberanos (dice este letrado), en las cuales yo miserable y infeliz me ocupé algun tiempo, conozco que el uso de ellas fuera de grande utilidad y provecho a la vida comun de los hombres, si la malicia humana no las encaminase mal y las perturbase: y como son mas los que se aplican a este mal modo de usar de ellas, se llevan tras sí como con violencia a los bien encaminados. Demos a lo dicho prueba con lo que cada dia estamos experimentando. A un tribunal de justicia o real audiencia allegan dos litigantes, que forzosamente ha de tener el uno mejor derecho que el otro, y el que lo tiene, aunque esté poseyendo lo que es suyo y tal vez amparado con provisiones reales (como me ha sucedido a mí en ocasiones, que no hablo por fantásticas relaciones), veo que se dan en contra otros mandamientos, y le quitan al dueño lo que es suyo, por haberle faltado el principal instrumento para poder proseguir en su defensa; porque el procurador que mas solícito se muestra, sin este blanco del dinero, a que sus desvelos se encaminan, no acierta a echar adelante el paso; el abogado enmudece, y el juez le mira como a pobre, y el escribano dilata sus escritos, que esto basta para que perezca su justicia y el poderoso le supedite. Cuántas insolencias y maldades, cuántas muertes atroces y aun sacrilejios se han disimulado a poderosos, y se disimula y consiente a vista de copiosos tribunales (que por no señalar con el dedo las personas, dejo de referir algunos lastimosos y memorables casos) que para estos hagan leyes en su abono los letrados; a quienes lastimosamente amenaza el profeta Isaías. ¡Desdichados los letrados y jueces que quitan la justicia al pobre que la tiene, y se la dan por sus dineros al injusto poderoso! Y hablando de semejantes jueces, Philon judio dijo estas palabras: absurdo grande y delito no menor en el que ha de dar ejemplo con su vida y costumbres, y con dar el lugar que le toca a la justicia, se arrime a la maldad, y a la culpa patrocine.