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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

yor castigo que estar subordinados y sujetos los propios hijos de la tierra, a los advenas y forasteros, pues le aplica el jeneral Juez a los que son mas grandes pecadores? De lo cual podemos colejir dos cosas: lo primero, que son mui de marca mayor nuestros delitos, pues somos tan severamente castigados; lo segundo, que nuestro gran monarca y natural señor es instrumento próximo para esta ejecucion, dándonos superiores extraños, forasteros jueces y enemigos, porque no puede haber cosa mas dura ni mas penosa, que tener los jueces enemigos y estar obligados a servirlos. ¡Qué bien lo dijo el ilustrísimo Villarroel sobre el lugar del Deuteronomio, et inimici nostri sunt judices! Gran trabajo y desdicha es servir a los superiores que no se conocen y son extraños, y al contrario dar obsequios y rendimientos a los que con amistad se criaron juntos. Claro está que el Rei N. S. lo hará juzgando que con ellos nos envía el bien y el remedio a sus reinos y provincias, y bastante premio a sus conquistadores y asistentes en esta dilatada guerra, sepulcro natural de sus penosas vidas, y no tenemos que poner duda, de que son divinos secretos y juicios inescrutables del Señor de todo lo criado. Bien creo que juzgarán algunos que el haber tocado esta materia de forasteros enemigos y extraños gobernadores habrá sido por el amor y natural afecto que me acompaña, así para mi particular propio como para el de los hijos de la patria; y iban, o irán mui fuera de la intencion que mueve mi discurso, pues solo se encamina al bien comun de la patria y a sus mayores aumentos; que me parece los tuviera, si S. M. (Dios le guarde) se sirviese de aplicar por algun tiempo otras medicinas a este doliente y lastimado Chille, nombrando persona benemérita de las que han asistido y asisten en este reino, para que por su cuenta corra algunos años el gobierno dél y de sus armas: que yo por hijos de la patria tengo, y por tales los reputo, a los que estan perpetuados ya con mujeres, hijos, casas y haciendas, y con suficientes experiencias de veinte y treinta años de servicios personales en esta guerra; que aunque yo pudiera seguir la comun opinion que corre entre castellanos y criollos naturales hijos de la patria, emulándose los unos a los otros, así en el estado eclesiástico como en el secular concurso, no me ha parecido jamas ser accion bien encaminada, porque no he podido acabar de discurrir ni entender el fundamento que los unos ni los otros puedan tener para semejante oposicion, si bien bastaba para patrocinar la intencion de los de la patria, el haber visto y experimentado ser mas comun y ordinaria esta mala querencia en los mas ancianos españoles que en los hijos naturales de la tierra; cuyas opiniones han sido de los que gobiernan bien seguidas y observadas, pues desde que tengo uso de razon, que há mas de cuarenta años, y he asistido en esta guerra, no se ha visto ocupado en los oficios mayores de sarjento mayor y maestro de campo jeneral ningun hijo de la patria, que son los oficios mas preeminentes de la milicia. Que aunque ha habido algunos entrantes y salientes, no reputo yo por tales a los que