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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

Si como soi ahora consejero le hubiera tenido ántes, mui acaso habitara en las ciudades (dice Ovidio); y si en la boca de un jentil hallamos estas verdades y estos maduros consejos, ¿por qué los que tenemos viva fee de lo mas alto, no tendrémos las del santo doctor bien fijas y esculpidas en el alma? pues conocidamente son tan ciertas como útiles y provechosas, como al contrario se conocen los daños y peligrosos lances que los populares concursos traen consigo, como adelante significarémos algunos. Si bien considerásemos y cuerdos atendiésemos al confuso tropel de las ciudades, y a los contínuos daños y peligros que sus habitadores experimentan en medio de los falsos gustos y placeres que engañosos ofrece el apetito humano, pocos o ningunos continuaran sus faustos, ni a sus vanas apariencias postraran sus sentidos, porque puestas a la luz del mas claro y desengañado discurso, fácilmente encontrarian sus manifiestos peligros y darian de ojos en sus rebozados tropiezos. Vamos discurriendo y manifestando los que son mas contínuos y ordinarios, aun en los caballeros que parece que tienen mas descanso, y la naturaleza obró en ellos sus maravillas y acompañó la fortuna con bienes y caudal sobrado. ¿No es este el que está mas combatido y sujeto al émulo y a la lengua de un maldiciente, a la pasion de un envidioso, a la ira de un colérico, y al rencor de un apasionado? es así verdad. Pues ¿qué mayor daño, ni mayor peligro puede tener el hombre, ni mayor peste ni enfermedad, que el mesmo hombre? Sintiólo así San Crisósthomo: entre todos los males (dice) es el hombre malísimo mal: cada bestia tiene un mal, y ese es propio de ella, mas el hombre es todos los males juntos. Aun el demonio no se atreve a llegar a hacer mal a un justo, pero el hombre malo y perverso llega a despreciarlo sin recelo. Pues, si en la mesma naturaleza tiene el mayor peligro y el mas conocido daño el hombre, aunque ajustado parezca a la razon y justicia y a un honesto proceder, ¿qué mas se puede decir ni ponderar para no apetecer tales concursos, ni desearlos? Caminemos adelante con nuestro discurso, ara ir descubriendo los demas enemigos ordinarios que en las ciudades, plazas y palacios acompañan al mas noble, rico y poderoso. ¿No es el mayor enemigo que le asiste, el de la hinchazon y soberbia, con presumida arrogancia y altivez desvanecida, que es el que al mas cuerdo precipita y postra por el suelo? A cuántos ha derribado este monstruo fiero, y quién hai que se libre de su astucia y maña? y mas cuando en el paraiso de sus mayores gustos, se halla él mas boyante; pues estando nuestro primer padre Adan en él, al parecer mas seguro, le echó dél con infamia y destruyó nuestra naturaleza humana, y fué el primer pecado y enemigo mortal que al primer hombre acometió atrevido, y lo puso a sus piés avasallado, como lo resuelve el doctor anjélico diciendo, que es manifiesta cosa que el primer pecado del primer hombre fué la soberbia; despues de haber explicado en qué consistió la que tuvo Adan, que el docto tendrá bien entendidos y el curioso podrá investigar los motivos que concurren a la formacion del pecado.