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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

borraron de la memoria los pesares y tristezas que me causaron las dificultades y los imposibles que me habian puesto los caciques, para que mi compañero, que lo fué en los trabajos, lo fuese tambien en mi feliz suerte. ¿Quién dijiera que el amor produce efectos tan contrarios, como son pesares y disgustos, placeres y contentos por una mesma causa? Difiniólo mui bien el anjélico doctor diciendo: que el gozo y alegría del amor nace, o por la presencia del amado, o porque asiste y se conserva en el bien que se le desea; y al contrario se sigue de este amor y benevolencia el pesar y la tristeza, o por el ausiencia del amado, o porque cuando le deseamos todas sus conveniencias y aumentos, es privado de ellas, o por algun modo o camino es vejado, es abatido o con alguna violencia apretado. Trocóse mi pesar en alegría con la presencia del amigo deseado, y con tiernas palabras nos saludamos repetidas veces, dando infinitas gracias al Señor de cielos y tierra por tantos beneficios y mercedes como tan a manos llenas nos comunicaba; que esto es el primer blanco y la mira principal de nuestra grata obligacion, ocurrir a Dios orando, así en los trabajos y tribulaciones como en los placeres y contentos. Amonéstalo el ilustrísimo arzobispo Villarroel sobre el capítulo undécimo de los Jueces, alabando de Jephté las acciones, porque todas las palabras, todos los disinios y determinaciones suyas eran en la presencia de Dios. Notad (dice en este lugar nuestro gran arzobispo) cuán admirable cosa es ver al príncipe en medio de sus mayores gustos y alegrías llegarse a Dios por medio de las santas oraciones. [¡Oh qué buen príncipe! oh que gobernador cristiano y superior prudente! que a Dios se allega cuando mas triunfante, mas glorioso y mas aplaudido se halla; y mas adelante dice nuestro intérprete: si estás triste ora, y si estás alegre tambien, porque siempre te has de valer de la oracion; mira no te quedes burlado, que el que no tiene por escudo a Dios, y afirma sus acciones con su amparo, no es mucho que se quede escarnecido y en la calle cuando ménos piense. Esta sin duda debe ser la causa y el oríjen tambien de nuestras plagas, y de los adversos subcesos de la guerra, y de su dilacion prolija, porque los superiores que gobiernan y ministros que los asisten, pocos o ningunos atribuyen a Dios nuestro Señor sus aciertos y felicidades, juzgando siempre que son de sus disposiciones dichosos partos. Helo notado cuidadoso en estos tiempos, y advertido que cuando se hallan mas gozosos regocijándose con joviales entretenimientos, luminarias, repiques de campanas, estruendos de cajas y trompetas, y aplausos a los gobernadores y a sus ministros porque pisaron las tierras del enemigo y porque trujieron una cabeza de un indio, que presumieron ser el que sustentaba la guerra, y que con eso no habia quien contra nosotros se opusiese ni cojiese las armas en las manos; y dentro de mui pocos dias, que no se pasaron ocho, les degollaron mas de ducientos soldados, los mas escojidos del ejército, que cuando juzgaron que se acabó la guerra por la muerte de un cosario, al instante se hallaron otros y vinieron a nuestras fronteras, degollaron nuestra caballería, derrotaron otras compañías