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HISTORIADORES DE CHILE.

con sus capitanes de a caballo, y a un sarjento mayor del reino con otros cincuenta soldados, y otros infortunios que por menor no digo. Esto es lo que resulta de ser algunos gobernadores presumidos, vanagloriosos, con presuncion de sabios y discretos, que todo lo entienden, todo lo penetran y todo lo alcanzan, sin recompensar a Dios ni agradecerle los beneficios y favores que nos hace. Bien patentes y manifiestos han sido estos castigos del cielo, y a letra vista trocados los placeres y los gustos en pesares y en lastimosos suspiros, porque en vez de glorificar y ensalzar al dueño y Señor de todo lo criado, y darle infinitas gracias por los beneficios recibidos y por algunos buenos aciertos que piadoso nos habia comunicado, se los dan los aduladores lisonjeros a los superiores que gobiernan y a sus ministros, y ellos, hinchados y ensoberbecidos, los admiten y se hacen dueños de lo que no es suyo, ni les pertenece por ningun camino, olvidándose del Señor universal que lo dispone todo, y por quien los buenos aciertos y felices acaecimientos vienen guiados, para que reconocidos le alabemos y le demos infinitas gracias; y los contrarios y adversos subcesos los permite para que temamos su justicia y reconozcamos su grandeza; con que ni lo uno nos obliga ni lo otro nos refrena; y ¡desdichado el reino que padece estos achaques! y ¿en qué puede parar y qué fin puede tener, si algunos de los que le han gobernado, se han querido levantar a mayores y usurpar a Dios nuestro Señor su potestad y grandeza, no contentándose con hacerse reyes y señores absolutos, y aun con mas ventajas, pues emprenden y ejecutan algunas acciones que S. M. (Dios le guarde), no imajinara, por ser justo monarca y rei católico? que a tener estas atenciones y este conocimiento en estos remotos reinos, los que gobiernan no se entraran tan desenfrenadamente en eclesiásticas jurisdicciones, prendiendo y desterrando sacerdotes relijiosos, porque por acá son tan altivos y soberbios, que aun al mesmo Dios Supremo quieren oponerse, sin atender a que es el Rei de Reyes, Señor de los Señores, y de nuestras vidas absoluto dueño; que a tener esta atencion y vivo conocimiento, ningun príncipe, ningun gobernador, ni ministro superior fuera soberbio, hinchado ni atrevido. Habiendo notado aquellas palabras del capítulo 10 de los Jueces el ilustrísimo Villarroel, de que estaban asentados treinta príncipes y señores grandes de sus ciudades en otros tantos pequeños borriquillos, dijo: que siendo príncipes y señores no andaban en carros arqueados, no en caballos adornados de vistosos jaeces, no en literas ni en andas eran llevados a cuestas, ni en lechos adornados con oro, ni entretejidos con plata ni preciosas piedras, para que tengan doctrina y enseñanza los hinchados y soberbios de estos siglos, y no se hagan tan majestuosos, tan endiosados, que quieran ser adorados con las rodillas por el suelo, alabados y engrandecidos de lisonjeros aduladores; consideren y atiendan que son hombres y gobiernan a hombres, como lo enseñó Eustobio; lo segundo, que conforme a las leyes deben rejirse y gobernarse; lo