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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

Salimos de su casa con apercibimiento de que volviese a la tarde, porque teníamos que comunicar algunas cosas de importancia de la tierra del enemigo y de sus disinios; con cuyo permiso nos despedimos y nos encaminamos a casa de mi dendo; y al salir por las puertas del palacio fueron tantos los que nos iban acompañando, capitanes vivos, reformados, soldados pobres y amigos, unos abrazándome por delante, otros por los lados, y todos con gran regocijo saludándome, que apénas me dejaban dar paso adelante: llegamos a casa del vicario, adonde fueron muchas mujeres pobres casadas y amigos confidentes a visitarme, y todos los capitanes del ejército. Finalmente no quedó chico ni grande que no manifestase su alegría y sumo contento. Dábanme priesa por otra parte los camaradas y amigos de mi padre que fueron al Nacimiento por mí, para que saliésemos aquella tarde a dormir a la campaña, por la comodidad de las bestias y porque madrugásemos otro dia, por el deseo que tendria mi padre de me ya en su presencia. Y como el que a mí me acompañaba no era menor, fácilmente me conformé con el parecer de mis camaradas, y dispuse luego volver temprano a cumplir el órden del gobernador, que para despues me habia aplazado. Y por abreviar mi viaje fuí a las cuatro de la tarde, y a despedirme, pidiéndole licencia para pasar adelante, por calmar el gusto que mi padre tendria con mi vista; y habiéndole dicho estas razones, me respondió, que le parecia mui bien, y asentándose en una silla, y yo en otra, nos quedamos solos en su sala, comunicando algunas cosas de las que el enemigo platicaba, y de los disinios que tenia. Tuvo particular gusto de poca conformidad que dije tenian unas parcialidades con otras, a cuya Causa las juntas y llamamientos que hacian, eran mui limitados y de poco número, y que del rio de la Imperial para adelante no habia quien se moviese a tomar las armas ni seguir el torrente de los fronterizos, sino eran algunos mui contados, mocetones solteros, y otros pobres aficionados. al pillaje de la guerra; que los caciques que tenian comodidad y descanso en sus casas, no querian ni habia quien los moviese de su quietud y regalo; porque decian aquellos toques y maguates antiguos, discretos, cuerdos y entendidos, que solo los pobres, o los faltos del entendimiento, continuaban los ejercicios militares y buscaban los peligros que acarrean; que solo por la patria y por gozar de libertad en ella, se podian tomar las armas y arresgar gustosamente las vidas, y tambien en las ocasiones que no se pueden huir ni rehusar, por no padecer calumnias de cobardes ni de tímidos; pero que buscarlos sin ocasion alguna, era ofrecer a la muerte las acciones y dar bastantes muestras de locura. Ni dijo mas aquel orador insigne y constante defensor de su patria, que son formalmente las palabras que habemos referido, dichas y pronunciadas por aquellos antiguos caciques y nuevos imitadores de Ciceron, que prosiguió, al intento de nuestros incultos sabios, diciendo, que hai muchos que no tan solo perderán el caudad y sus haciendas, sino tambien las vidas por la patria. la Acabamos nuestra conversacion el gobernador y yo poco antes de MENT