Página:Cautiverio feliz, y razón de las guerras dilatadas de Chile.pdf/67

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
53
NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

plato de sabrosas papas y un cántaro de chicha de frutilla, que es de las mas cordiales que se beben, y nos fuimos brindando con mucho gusto y volvimos a cenar aquel bocado despues de haberlo hecho con los compañeros. Mui atento estuve a todo lo que me refirió mi camarada y amigo, a quien respondí, que no tenia qué decirle cuando su accion habia sido mui justificada, porque tales excesos y maldades como las que me habia significado y referido, eran insufribles e intolerables, y que solo habérselas oido me tenian suspenso y admirado. Llegó en esta ocasion Maulican mi amo, que con los demas danzantes había estado bailando, y de haber bebido de varios licores y chichas fuertes traia la cabeza algo pesada, a quien brindé con la frutilla que me habia quedado en el cántaro; y mi camarada y amigo se levantó diciendo: vamos a bailar, capitan, un rato, y luego te vendrás a dormir. Y respondió mi amo con notable amor y cariño: vamos, hijito; y cojiéndome del brazo medio cayéndose me levantó, y yo les obedecí por darles gusto (aunque a costa del sueño que me venia rindiendo); y llegamos al baile, adonde me brindaron con una chicha de manzanas tan fuerte y desabrida, que pasé luego el jarro a otro compañero, y dentro de breve rato, habiendo dejado a mi amo ocupado y entretenido en medio del concurso jovial y alegre, le dije a mi amigo, que no podia tenerme ya en los piés, que me diese licencia para irme a descansar; quien con grande voluntad y agrado me dijo: vamos, capitan, que quiero yo llevarte, y a mi hijo para que te acompañe: que era un muchacho de hasta doce a trece años, a quien llamó y llevó conmigo a la cama que ántes habíamos dispuesto, y le dijo: échate aquí con el capitan, y acompañarásle porque ninguno llegue a molestarle; y el propio indio nos cubrió con la frezada y se fué a su baile. Quedamos solos el muchacho y yo, que era mui jovial y agradable; a quien pregunté cómo se llamaba, y me respondió que Neculante; y él me preguntó a mí otras cosas, a que le respondí brevemente, y le dije que descansásemos porque me hallaba con la cabeza cargada, y él me pidió licencia para volver a entretenerse al baile, diciendo que luego volveria, porque aun no le habia venido a molestar el sueño. Con que me dejó solo, y aunque medio dormido, no podia quitar de la memoria las razones que en buena conversacion me dijo aquel bárbaro discreto, que en el capítulo siguiente las meditarémos para dar algun pasto a nuestro libro.

CAPITULO XIII.

En que se meditan las razones del bárbaro, y se da a entender que las injusticias y agravios que se hacen en Chile, perturban la paz y quietud del reino. Gran desvelo me causaron las razones de aquel indio mi amigo y camarada, aunque ayudaban a él los gritos y voces que habia en el rancho, que como se hallaban ya calientes algunos y otros privados de sus juicios, cantaban con desmedidas voces los unos, otros lloraban y NARRACIF