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Habrá que recordar que el hombre latinoamericano, en un 52%, se alimenta mal. Habrá que pensar que hay once millones de parados absolutos, que esta cifra se acrecienta extraordinariamente con aquellos que tienen tan solo algún trabajo de temporada. No habrá que olvidar que 19 millones de viviendas faltan en este continente, y nunca dejar de recordar que hay 120 millones de analfabetos y semi-analfabetos. Y en este mundo en que el hombre dialoga en los espacios siderales y transita sobre la luna, hay todavía en América Latina, más de 15 millones de seres humanos que no conocen la moneda como valor de intercambio.

Frente a estas cifras y esta realidad, cuando la brecha tecnológica, como lo dijera Eduardo Arriagada, se hace mucho más amplia entre los países en vías de desarrollo y los países desarrollados, la tarea nuestra, la tarea de los hombres de Latinoamérica, es precisamente la de romper el cerco de la dependencia que nos ha condenado a esta vida, empinarnos por sobre nuestra realidad y mirar hacia el continente que algún día, como lo soñaran nuestros próceres, podrá estar presente en la historia del mundo con la dignidad e independencia que es indispensable. (Aplausos).

Solo quiero insistir, que indiscutiblemente estamos en presencia de cambios. Yo lo he podido apreciar a través de las visitas que he podido, y por suerte, efectuar a Argentina, a Perú, a Ecuador y Colombia. El diálogo con los Mandatarios de otros países, las Declaraciones Conjuntas que hemos hecho, la preocupación profunda, no sólo por acentuar el intercambio y la integración en el campo comercial, sino en el campo cultural, tecnológico y científico. Son hechos que están demostrando que hay un pensamiento que germine y que tendrá que dar sus frutos por el esfuerzo de gobernantes que interpretan el anhelo junto de sus pueblos frente a la realidad que anhelamos.

Como Presidente de un Gobierno Popular, en escala internacional y nacional hemos reafirmado lo que ha señalado Gonzalo Martner, y también el Presidente de ustedes, Eduardo Arriagada, en el sentido del derecho de nuestros pueblos al uso y goce de las riquezas naturales que nos entregara la naturaleza; la recuperación de nuestras riquezas básicas en manos del capital foráneo.

(SIGUE)