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Por eso –repito— es fundamental que la mujer se compenetre de esas ideas esenciales, para que vaya fortaleciendo sus derechos con el conocimiento cabal de ellos, y, al mismo tiempo, se vaya dando cuenta de las dificultades que hay que vencer.

El imperialismo no es débil. Los monopolios son poderosos. Los terratenientes siempre tuvieron influencia decisiva en el poder. Por derrocar el latifundio, el monopolio, la gran empresa foránea tiene sus tentáculos metidos en distintos continentes y que succiona de los países débiles la riqueza que ellos necesitan para fortalecerse son los enemigos fundamentales y consustanciales de nuestros pueblos.

Por nacionalizar el cobre —interpretando el anhelo unánime de Chile— estamos agredidos en Estados Unidos, en Francia y en Holanda, con repercusión muy dura para nuestra economía.

Por nacionalizar el cobre, se nos cierran los créditos en los bancos particulares de Estados Unidos y se nos limitan en Europa.

Por nacionalizar el cobre, en los bancos internacionales, de los cuales somos socios, también, se levantan trabas para conseguir los créditos que legítimamente nos corresponden para nuestro desarrollo industrial.

Necesitamos entonces más sacrificios internos y entender lo que eso significa.

Y por avanzar en el cumplimiento de un Programa emerge desde dentro y desde fuera el combate implacable, contra un Gobierno que hace un proceso revolucionario sin costo social sin limitar la libertad, sin eliminar los derechos que el pueblo conquista diciendo que respetamos a los opositores que ejercen su oposición dentro de los marcos de la ley, pero que combatiremos al sedicioso que quiere quebrar la convivencia democrática.

SIGUE.—

TAF/mtzg.