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de río negro a bahía blanca

desde Bahía Blanca. Aquí mudamos de caballos y recorrimos algunas leguas de terreno encharcado y marismas salinas. Después de renovar por última vez las cabalgaduras, empezamos otra vez a vadear por lodazales. Cayóse mi montura y me puse perdido de barro, accidente de lo más desagradable que es dable imaginar cuando no se tiene ropa con que mudarse. A pocos kilómetros del fuerte encontramos a un hombre, y nos dijo que se había disparado un fuerte cañonazo, que es una señal de que los indios están cerca. Inmediatamente dejamos el camino y seguimos la orilla de un pantano, que en caso de persecución ofrece el mejor modo de escapar. Con no pequeña satisfacción llegamos al amparo del fuerte, donde supimos que la alarma carecía de fundamento, pues los indios resultaron ser amigos que deseaban unirse al general Rosas.

Bahía Blanca apenas merece el nombre de aldea [1], pues sólo tiene unas cuantas casas y las barracas para la tropa dentro de una muralla que tiene al pie un foso profundo. El establecimiento es de reciente creación (desde 1828), y su desarrollo ha acarreado grandes trastornos. El gobierno de Buenos Aires le ocupó injustamente por la fuerza, en lugar de seguir el prudente ejemplo de los virreyes españoles, que compraron a los indios el terreno cercano de la antigua colonia del río Negro. De aquí la necesidad de las fortificaciones, de aquí las pocas casas y la escasa tierra cultivada dentro del recinto de la muralla; ni siquiera el ganado mayor está seguro de los ataques de los indios más allá de los límites del llano en que se levanta el fuerte.

Como la parte del puerto en que el Beagle intenta-


  1. Hoy es una ciudad de 40.000 habitantes, capital del partido de su nombre y primer puerto de exportación de la Argentina. N. del T.