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bahía blanca

yor parte de los cuadrúpedos menores; en muchos pormenores se acerca a los paquidermos; juzgando por la posición de sus ojos, oídos y narices, era probablemente acuático, como el dugong y el manatí, con el que tiene gran parentesco. ¡Cuán maravilloso es que órdenes tan diferentes, al presente enteramente separados, coincidan en diferentes puntos de la estructura del Toxodon!

Los restos de estos nueve grandes cuadrúpedos y muchos huesos sueltos se encontraron enterrados en la playa en el espacio de unos 200 metros cuadrados. Es notable la circunstancia de que se hallaran reunidas tantas especies distintas, y prueba cuán numerosas debieron ser las que habitaron en este país. A la distancia de unos 50 kilómetros de Punta Alta, en un cantil de tierra roja, hallé varios fragmentos de huesos, algunos de gran tamaño. Entre ellos había los dientes de un roedor de tamaño y forma muy parecidos al capybara, cuyos hábitos se han descrito, y, por lo tanto, según todas las probabilidades, un animal acuático. También se encontraba en ese lugar parte de la cabeza de un Ctenomys, especie que es distinta del tucutuco, pero muy parecida a él en general. La tierra roja, semejante a la de las Pampas, en que dichos restos estaban empotrados contiene, según el profesor Ebrenberg, ocho animálculos infusorios de agua dulce y uno de agua salada; por tanto, probablemente es un depósito de estuario.

Los restos de Punta Alta estaban sepultados en grava estratificada y cieno rojizo exactamente igual al que el mar podía acumular en un banco somero. Con ellos había 23 especies de conchas, de las que 13 son recientes y otras cuatro están íntimamente relacionadas con las formas recientes. Sin embargo, como las especies modernas estaban encastradas en número casi proporcional a los que ahora viven en la bahía, creo que apenas cabe dudar que esta acumulación