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tierra del fuego

se había marchado con su mujer, Fuegia [1], a su país, hacía varios meses. La despedida fué un acto de refinada villanía, pues, luego de haber persuadido a Jemmy y a su madre a que le acompañaran, los abandonó por la noche, robándoles todo cuanto tenían.

Jemmy se fué a dormir a tierra, y a la mañana siguiente regresó, permaneciendo a bordo hasta que el barco levó anclas; esto alarmó mucho a su mujer, que no cesó de gritar violentamente, temerosa de que la abandonara; pero se apaciguó al verle regresar a su canoa. Hízolo cargado de valiosos regalos. Todos los de a bordo mostraron sincera pena al darle el último apretón de manos. Por mi parte, no dudo que será tan feliz, y acaso más, que si nunca hubiera salido de su tierra. De esperar es que el capitán Fitz Roy vea satisfechas sus nobles aspiraciones y que los muchos y generosos sacrificios hechos en favor de estos fueguinos hallen su recompensa en la protección que los descendientes de Jemmy Button y su tribu otorguen a los pobres náufragos arrojados a estas inhospitalarias playas. Cuando Jemmy llegó a la playa encendió una hoguera para hacernos señal de despedida, y el humo subió en espirales, como un último y prolongado adiós, mientras que el barco navegaba mar adentro.


La perfecta igualdad que reina entre los individuos de las tribus fueguinas no puede menos de retrasar por largo tiempo el desarrollo de su civilización. Así como los animales cuyo instinto los compele a vivir en sociedad y obedecer a un jefe son más capaces de progre-


  1. El capitán Sullivan, que, desde su viaje en el Beagle, ha estado empleado en la exploración y estudio de las islas Falkland, oyó decir a un cazador de focas (en 1842?) que hallándose en la parte occidental del estrecho de Magallanes se admiró de que hablara inglés una mujer salvaje que fué al barco. Indudablemente era Fuegia Basket. Vivió (recelo que esta palabra tenga doble sentido) a bordo algunos días.