aprovechando todas las ocasiones. Mientras pude alejar de mi pensamiento la idea de la esclavitud me parecía que había algo de fascinador en aquel modo de vivir sencillo y patriarcal: tan completo era allí el retiro e independencia del resto del mundo. Tan luego como se veía llegar a un extranjero se echaba a vuelo una gran campana y generalmente se disparaba un cañoncito. De esta suerte se anunciaba el suceso a las peñas y a los bosques, pero a nadie más. Una mañana salí a dar un paseo antes de amanecer, con ánimo de admirar la solemne quietud del paisaje; después de largo rato, el silencio fué interrumpido por el himno matinal, cantado en voz alta por toda la tropa de negros; y de este modo se empezaba ordinariamente el trabajo de cada día. En fazendas como ésta no dudo que los esclavos pasan la vida contentos y felices. Los sábados y domingos trabajan para ellos, y en este fértil clima la labor de dos días es suficiente para dar de comer a un hombre y su familia toda la semana.
14 de abril.—Dejando Socêgo, fuimos a caballo a otra hacienda en el río Macâe, que era el último trozo de terreno cultivado en esa direción. La posesión tenía dos millas y media de larga, y su dueño había olvidado cuántas de ancha. Sólo una pequeña parte estaba limpia de bosque y maleza; pero apenas había una hectárea que no fuera capaz de producir todos los ricos y variados frutos de las regiones tropicales. Considerando la enorme área del Brasil [1], la proporción de terreno cultivado es insignificante si se la compara con lo que permanece en el estado de naturaleza; en alguna edad futura, ¡qué vasta población no podrá el país mantener! Durante el segundo día de viaje halla-
- ↑ El Brasil tiene una extensión de 8.497.540 kilómetros cuadrados y tan sólo una población de 27.473.580 habitantes.—Nota de la edic. española.