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cap.
darwin: viaje del «beagle»

exceptuando algunas pequeñas masas redondeadas de vapor que flotaban sobre los picos más altos. Muchas veces he visto estas nubes a modo de islitas en el cielo, señalando la posición de la Cordillera, cuando las montañas distantes se habían ocultado debajo del horizonte.


6 de abril.—Por la mañana nos encontramos con que algunos ladrones se habían llevado una de nuestras mulas y la cencerra de la madrina. Así, pues, cabalgamos sólo dos o tres millas valle abajo, y nos detuvimos allí al día siguiente, con la esperanza de recobrar la muía, que el arriero creía estar oculta en alguna barranca. El paisaje en esta parte ha tomado el carácter chileno; los lados inferiores de las montañas, salpicados de árboles quillai [1], de pálido y perenne verdor, y de los grandes cactus en forma de cirios, deleitaban la vista más que la escueta desnudez de los valles orientales; pero no puedo estar de acuerdo con la admiración expresada por algunos viajeros. Esos elogios desmedidos los inspiró principalmente, a mi juicio, la perspectiva de una buena hoguera y una cena suculenta después de escapar de las heladas regiones superiores; y por mi parte confieso haber participado con la mayor cordialidad de tales sentimientos.


8 de abril.—Dejamos el valle de Aconcagua, por donde habíamos bajado, y llegamos por la tarde a una casa rústica cerca de la villa de Santa Rosa. La fertilidad de la llanura era deliciosa, y como el otoño es-


  1. La corteza del árbol quillai (Quillaja saponaria Molina, de la familia de las rosáceas) es el por nosotros llamado palo de jabón. Es un árbol grande, de follaje perenne, cuya corteza se emplea como jabón en Chile y en otras muchas partes. Se le llama cullay, quillai o quillay por los chilenos.—Nota de la edic. española.