sus fragmentos consolidados. De este modo desaparece la dificultad, que parecía tan grande, sobre este punto.
Si en lugar de una isla hubiéramos considerado la orilla de un continente franjeado de arrecifes, suponiendo que la costa y éstos se hubieran sumergido, evidentemente habría resultado una gran barrera, como la de Australia o Nueva Caledonia, separada de la tierra por un ancho y profundo canal.
Fig. 12.—Corte de un arrecife coralino (isla de Bolabola).
A' A', bordes exteriores del arrecife-barrera al nivel del mar, con islitas.
B' B', las costas de la isla incluída.—C C, el canal-laguna.
A" A", bordes exteriores del arrecife, ahora convertido en un atoll.—C', la laguna central del nuevo atoll.
N. B.—El dibujo está hecho de acuerdo con la verdadera escala; pero se han exagerado mucho las profundidades del canal-laguna y de la laguna central.
Volvamos a nuestro arrecife-barrera circundante, cuya sección aparece ahora representada por líneas de trazo continuo, ya que, según he dicho, es una sección real de Bolabola, y supongamos que continúa la sumersión. Mientras el arrecife-barrera se hunde lentamente, los corales crecerán hacia arriba con gran vigor; pero al descender la isla, el agua va inundando la costa pulgada a pulgada; las cimas de alturas aisladas formarán en un primer período islas distintas dentro de un gran arrecife, y finalmente desaparecerá el