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chiloe y las islas chonos

vista pudimos contemplar tres grandes volcanes activos, de unos 2.100 metros de altura. Además de éstos había por la parte sur, a gran distancia, otros conos muy elevados, cubiertos de nieve, que si bien nunca se los había conocido en actividad, debieron de ser en su origen volcánicos. La línea de los Andes no es aquí tan elevada como en el centro de Chile, ni forma una barrera tan perfecta entre las dos regiones de tierra. Estas grandes sierras, no obstante correr de Norte a Sur en línea recta, aparecen más o menos curvas, por una ilusión óptica, pues las líneas trazadas desde cada pico al ojo del observador convergían necesariamente como los radios de un semicírculo, y como no era posible (por la claridad de la atmósfera y la ausencia de objetos intermedios) juzgar de la distancia a que estaban los picos más lejanos, parecían alzarse en un plano semicircular.

Al desembarcar, a eso del mediodía, vimos una familia de pura raza india. El padre se parecía de un modo singular a York Minster, y algunos de los muchachos más jóvenes, por su ruda complexión, podrían haberse tomado por indios de las Pampas. Todo cuanto he visto me convence de las estrechas afinidades existentes entre las diversas tribus americanas, a pesar de sus distintas lenguas. El grupo de que hablo sabía muy poco español, y se hablaban en su propia lengua. No deja de ser agradable ver a los aborígenes elevados al mismo grado de civilización, por más bajo que sea, de sus conquistadores de raza blanca. Más al Sur vimos a muchos indios puros, y, de hecho, todos los habitantes de algunas islitas conservan sus apellidos indios. Según el censo de 1832, había en Chiloe y sus dependencias 42.000 almas: el mayor número parece ser de sangre mezclada; 11.000 tienen apellidos indios, pero probablemente no todos son de pura raza. Su género de vida es el mismo que el de otros habitantes pobres, y todos son cristianos; pero se dice que

Darwin: Viaje.—T. II.
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