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chiloe y las islas chonos

bres, e invocando su desvalida situación pidieron tabaco. Como una prueba de la pobreza de estos indios, mencionaré el hecho de haber encontrado poco antes de esto a un hombre que había viajado tres días y medio a pie, y otros tantos de vuelta, con el único fin de recobrar una pequeña hacha y algo de pesca. ¡Cuán difícil debe de ser comprar los menores utensilios, cuando tanto trabajo se pone para recobrar esas pequeñeces!

Por la tarde llegamos a la isla de San Pedro, donde hallamos el Beagle anclado. Al doblar la punta, dos de los oficiales desembarcaron para medir unos ángulos con el teodolito. Sentado en las rocas estaba un zorro (Canis fulvipes) de una especie, se dice, peculiar de la isla y muy raro en ella, y que es una nueva especie. Tan absorto estaba en observar la labor de los oficiales, que pude acercarme cautelosamente por detrás y desnucarle con mi martillo geológico. Este zorro, más curioso o más científico, pero menos prudente que la generalidad de sus congéneres, está ahora montado en el museo de la Sociedad Zoológica, de Londres.

Tres días estuvimos en el puerto, y en uno de ellos el capitán Fitz Roy, con varios compañeros, intentó subir a la cima del San Pedro. Los bosques presentaban aquí un aspecto diferente de los de la parte septentrional de la isla. Como la roca era una pizarra micácea, no había playa y los altos bordes caían a pico, hundiéndose en el agua. El conjunto, por tanto, se parecía más a Tierra del Fuego que a Chiloe. En vano hicimos todos los esfuerzos posibles por ganar la cumbre: el bosque era tan impenetrable [1], que nadie, sin


  1. La costa chilena, muy húmeda, como ya advierte Darwin, tiene verdaderas selvas vírgenes. El extraordinario desarrollo de las plantas trepadoras del género Chusquea, que las hace impenetrables, como Darwin afirma, es su nota más característica.

    En oposición, en el interior del país, más elevado y seco, hay bosques claros de Araucaria, conífera exclusiva del hemisferio Sur.—Nota de la edic. española.