aun si sacude las matas, y, en cambio, otras veces el guid-guid se le acercará confiadamente. Su sistema de alimentación y hábitos generales se parecen mucho a los del cheucau.
En la costa [1] abunda una avecilla de color obscuro (Opetiorhynchus Patagonicus). Es notable por sus tranquilos hábitos; vive enteramente en la playa, como una gallineta. Fuera de dichas aves, muy pocas más habitan esta tierra fraccionada. En mis borradores describo los singulares ruidos que, no obstante oírse con frecuencia en estos sombríos bosques, apenas perturban el silencio general. El gañido del guid-guid y el repentino jiú-jiú del cheucau suenan unas veces de muy lejos y otras de muy cerca; de cuando en cuando se añade el canto del reyezuelo negro de Tierra del Fuego; el trepador (Oxyurus) sigue al intruso chillando y gorjeando; a intervalos se ve al colibrí moviéndose con rapidez de un sitio a otro y emitiendo como un insecto su agudo chirrido; últimamente suele escucharse en la punta de un árbol alto la nota indistinta y plañidera de la muscívora tirana de moño blanco (Myiobius). A causa de preponderar en la mayoría de los países ciertos géneros comunes de aves, como los pinzones, al principio se siente uno sorprendido al encontrarse con las formas peculiares antes enumeradas, que son las más comunes en todas estas regiones. En el Chile Central se encuentran dos de ellas, el Oxyurus y el Scytalopus, pero rarísimas veces. Al ver, como en este caso, animales que parecen desempeñar un papel tan insignificante en el
- ↑ Como prueba de la gran diferencia que hay entre las estaciones de las regiones frondosas y las despejadas de esta costa, mencionaré que el 20 de septiembre, a los 34°, de latitud, las aves mencionadas tienen polluelos en el nido, mientras en las islas Chonos, tres meses mas tarde, en verano, están todavía poniendo; la diferencia de latitud entre estos dos lugares es de cerca de 700 millas.