mudanzas en sus usos y costumbres. Menciono este punto porque recientemente un escritor sienta la afirmacion de que el capricho es «una de las diferencias típicas más notables entre los salvajes y los animales.» Es cierto que el hombre es caprichoso en alto grado, pero tambien lo es que los animales inferiores demuestran frecuentemente sus caprichos en sus afectos, odios y sentimientos de belleza. Hay igualmente muchas razones para sospechar que aman la novedad en sí misma.
Creencia en Dios.—Religion.—No existe ninguna prueba de que el hombre haya estado dotado primitivamente de la creencia en la existencia de un Dios omnipotente. Por el contrario, hay demostraciones convincentes suministradas, no por viajeros, sino por hombres que han vivido mucho tiempo con salvajes, de que ha habido y hay aún numerosas razas que no tienen ninguna idea de la Divinidad, ni poseen palabra que la exprese en su lenguaje.
Creo ocioso consignar que esta cuestion es completamente distinta de otra de órden más elevado: la de saber si existe un Creador y Director del Universo, cuestion resuella ya afirmativamente por las más privilegiadas inteligencias que ha habido en el mundo.
Si por la palabra religion comprendemos la creencia en agentes invisibles ó espirituales, entonces todo cambia de aspecto, porque este sentimiento parece ser universal en todas las razas menos civilizadas. No es difícil comprender su orígen. Tan luego como las importantes facultades de la imaginacion, la sorpresa y la curiosidad, unidas á alguna fuerza de raciocinio, han llegado á desarrollarse parcialmente, el hombre habrá tratado de comprender cuanto se ofrecia á su vista, y de filosofar vagamente sobre su propia existencia. Como observa M. M'Lennan: «el hombre debe inventar por sí mismo alguna explica-