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carlos r. darwin.

los machos viejos se precipitaron inmediatamente en socorro de sus compañeros, presentando á los perros un aspecto tan feroz que estos huyeron. Se les azuzó de nuevo contra los monos, pero en el intervalo trascurrido todos los babuinos habian subido ya á la montaña, exceptuando uno solo que apenas tendria seis meses, y que habiéndose encaramado á una roca aislada, estaba sitiado por los perros, y lanzaba lastimeros chillidos. Uno de los mayores machos, verdadero héroe, volvió á descender de la montaña, se encaminó lentamente á donde estaba el otro, lo tranquilizó con su presencia, y se lo llevó triunfalmente.—Los perros estaban demasiado sorprendidos para decidirse á emprender el ataque.

Es evidente que los animales asociados tienen un sentimiento de afeccion mútua que no existe en los animales adultos insociables. Difícil es á menudo juzgar si los animales se afligen por los sufrimientos de sus semejantes. ¿Quién puede decir lo que sienten las ovejas cuando rodean y fijan la mirada en una de sus compañeras moribunda ó muerta? La carencia de todo sentimiento de esta clase en los animales es algunas veces indudable, porque se las vé expulsar del rebaño un compañero herido, ó á veces perseguirle hasta darle muerte. Este seria el rasgo más triste de la historia natural, á no ser que resultase cierta la explicacion que dan algunos de este caso, diciendo que el instinto y la raza obliga á los animales á abandonar un individuo herido, por miedo de que las fieras y el hombre vengan en deseos de seguir al rebaño. En tal caso, su conducta no seria mucho más culpable que la de los indios de la América del Norte, los cuales dejan perecer en el campo á sus camaradas débiles, ó los de la Tierra del Fuego que entierran vivos á sus padres ancianos ó enfermos.