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Para esa la doctrina, no la tea;
Luz que aclare las sombras de su mente
Si allí se ha de albergar alguna idea.

En cuanto á mí, primero que la frente
Ante un ídolo doble vil ó falso,
Las gradas de su trono refulgente
Cambiaré por las gradas del cadalso!


Madrid, 1869.