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VIII
 

es el único medio que tenemos de satisfacer una larga deuda de agradecimiento.

Pocas empresas habrá en el mundo tan difíciles como hacer que un cómico director de un teatro de Madrid ponga en escena una obra de un jóven enteramente desconocido y falto de apoyo en las altas regiones de la literatura. Estos señores—así llama nuestro Fernan Caballero en sus deliciosas Lágrimas á ciertos séres que se les parecen bastante,—se vengan en los poetas principiantes de lo mucho que hace sufrir á su mal entendido orgullo la superioridad de los que ya han adquirido una sólida y verdadera reputacion; y así como están prontos á ir pidiendo á estos últimos sus comedias con el sombrero en la mano, así arrojan con el mas sobe rano desden sobre su pupitre el manuscrito de un poeta novel, de donde es seguro que no se tomarán la molestia de alzarlo ni para leer una sola página!

Esto habia llegado a aprender el autor de estas líneas despues de tres años de amargas penalidades; Inútilmente habia llamado una por una á todas las puertas de los teatros de Madrid, ni un solo «¿quién es?» le obligó nunca á contestar «autor de paz»