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hecho Clemencia en el marqués de Valdemar, y lo ocupado que habia estado de ella la tarde anterior, en que las graciosas provocaciones de Alegría no habian bastado á distraerle; y como la señora no perdia la esperanza de que el capricho negativo de Constancia se disipase con el tiempo y la razon, veia con temor y recelo el que otra que su hija pudiese agradar al Marqués. Fernando Guevara era, segun aseguraba su amigo D. Silvestre, caballero, noble y rico: ¿qué mas necesitaba saber la señora?

Así fué que otorgó llena de júbilo su demanda, sin poner mas condicion que el beneplácito de sus Padres.

. 1 —No puede Vd. dudar que lo otorguen; ni motivos hay para otra cosa, le dijo Guevara. Desde que murieron mis hermanos, el mayor deseo de mis Padres es que me case y me retire. Más por ahora solo pienso complacerlos en lo primero, porque no me siento dispuesto á los veinte y cuatro años á meterme en el villorro de Villa—María, á liarme en la capa, á acostarme con las gallinas y á levantarme con los gallos, sin acordarme más de que hay un mundo alegre, y en él buenos compañeros. Así tenga Vd. esa licencia por segura, y advierta que de aquí á ocho dias he de estar casado, porque el regimiento pasa á Cádiz.

Cuando Guevara se hubo ido, la Marquesa llamó á Clemencia y le dijo que se le presentaba una suerte brillante, pues habia pedido su mano un jóven TOMO I. 9 CLEMENCIA.