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olas, cual montes de agua á arrojarse sobre la arena.

Andréa, Gertrúdis y las demás las siguieron: pero cuando llegaron, hallaron á Constancia inánime en los brazos de la aterrada Clemencia, al lado del cadáver de un jóven oficial. En este habia reconocido la infeliz Constancia al hombre que amaba.

1 Poco despues yacia ésta muda é inerte en su lecho, y como insensible á cuanto le rodeaba. Un propio volaba á Sevilla, y las autoridades de los pueblos mas cercanos habian acudido al lugar de la catástrofeseguidas de los vecinos de aquellos.

Al dia siguiente llegó la Marquesa hecha un mar de lágrimas, tan trémula y tan horrorizada, que no quiso permanecer allí un momento, y volvió a partir sosteniendo en sus brazos y cubriendo de lágrimas á su hija Constancia, que permanecia en el mismo estado. Al llegar á Sevilla, pareció reanimarse aquella naturaleza inerte; pero fué para agitarse en convulsiones y abrasarse en una calentura cerebral, que la puso cercana á la muerte. A los pocos dias fué mandada administrar; desde entonces se verificó en la enferma un cambio completo.

En su físico sucedió el letargo á la excitacion; en su moral, la calma á la agitacion.

Hallándose ocho dias despues fuera de todo peligro, Clemencia escribió á Villa—María que habia regresado, y recibió por respuesta el aviso de que al dia siguiente llegaria el carruaje de su suegro á buscarla.