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su labor y de los chismes del pueblo; de los que por un indefinido anhelo por crearse un interés y una ocupacion, gastan con gusto enormes sumas en suscitar y sostener un ridículo pleito, que en el fondo les es indiferente ganar ó perder, contestando á los que les reconvienen por esa mezquindad, que no es por el huevo, sino por el fuero.» Don Martin, por decontado, no habia recibido ninguna clase de instruccion, exceptuando la religiosa, por aquella regla de: si es el mayorazgo!... ¡á qué ha de estudiar, y de qué le ha de servir el saber?—Por consiguiente, no habia abierto un libro en su vida.

Pero esto no le impedia ser instintiva y tradicionalmente caballeroso, y tener como generalmente los andaluces, talento y gracia; con el privilegio que tienen los magnates, de aguzarlos y lucirlos, diciendo cuanto se les viene á las nientes.

1 A Como hombre que se sabe escuchado siempre con respeto y deferencia, D. Martin hablaba recio, pronto y resuelto, y con el mismo tono al rey que al pordiosero; esto es, en tono natural, llano y decidido. Tenia en la memoria y usaba de continuo una inagotable cantidad de dichos y refranes, á los que llamaba evangelios chicos.

Era D. Martin caritativo como religioso; esto es, que daba a manos llenas, y sin ostentacion. Era generoso como caballero, poniendo tan poco precio á sus beneficios y olvidándolos tan completamente, que se ofendia si se recordaban ó encomiaban en su pre-