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rastrero; considera que el bien y el mal son dos grandes y universales principios: Io que ambos inspiren tendrá siempre las mismas tendencias, la de arriba y la de abajo.—Dios que nos llama y dice: sube!— El enemigo de nuestra alma que nos arrastra y dice: bajal—Ocupen los intereses materiales el segundo puesto, y no le usurpen el primero á los morales.

No te afanes en buscar amigos; pero esmérate en evítar enemigos: para lograrlo, procura que tus procederes sean constantemente justificables, y para esto tén presente que hay siempre dos maneras de considerarlos; la una es con respecto á uno mismo, y la otra respecto á cómo pueda interpretarlos la malevo lencia ajena, que vale mas evitar que no retar.

No basta confiar en que el fin y motivo de nuestras acciones sean buenos, para prescindir de la opinion pública. No, hija mia, no basta ser bueno, es preciso tambien parecerlo, por acatamiento á la sociedad, por consideracion á si propio, y por respeto á la verdad.

— 1 Esta deferencia á la opinion para eludir su censura, aunque sea injusta, no se debe confundir con la baja y humide vanidad que mendiga elogios; y, no obstante, hija mia, por mezquina y rastera que esta sea, es preferible en las mujeres al insolente orgullo qae desprecia con cinismo la sancion pública en su fanfarron espíritu de indépendencia, y en su soberbia glorificacion del individualismo. Madame de Stael, que tan alto puesto ocupó en la gerarquía social y en