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cierra los ojos y eleva su alma á Dios: en el mundo no hay esperanza para ella. Pero Pablo aparece; y luchando casi cuerpo á cuerpo con la fiera, salva la vida de la que ama.

Deseoso D. Martin de premiar el noble arrojo de su sobrino, le ofrece la mano de Clemencia. La pobre niña ocultando las lágrimas que esta union le cuesta, acepta por no disgustar al que quiere como á Padre: Pablo, que continúa creyéndose indigno de ella, rehusa, aunque diera gustoso cien vidas por conseguirla. Todo vuelve á su antiguo estado: todo respira dicha y contento en la casa solariega de los opulentos Guevaras.

Pero esta felicidad, como todas las humanas, no podia durar mucho tiempo. D. Martin muere, su esposa entra en un convento, y el venerable Abad sigue muy pronto á su hermano, dejando á su sobrina cuanto posee. Clemencia vuelve á Sevilla por su consejo, no sin que Pablo, que cree despedirse de ella para siempre, la declare el amor que abrasa su pecho.

Ya en su ciudad natal, la pobre joven vive solitaria y retirada en su casa, partiendo el dia entre