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dad, claro es que su estilo no será el propio ni el que le conviene. Pero como tu amigo no es nada de eso, ni por el forro, se deduce lógicamente que el estilo de un sábio, de un padre grave, de un académico, de un doctor o de un profesor, no es el que conviene ni es propio á Fernan.

En cuanto al lenguaje, á los cargos que me puedan hacer los Éolos del Guadarrama, me rindo, someto y entrego con toda la humildad y con todo el rendimiento posible; pues no pienso, querido lector, imitar al centinela á quien dejó olvidado en su precipitada huida á la entrada de un puente una columna portuguesa, el cual viendo llegar al ejército español, se cuadró muy dispuesto á dispusarle el paso del puente.

No, no, pues en viendo yo llegar al ejército de aristarcos, pedagogos y pedantes, reforzados con los Éolos del Guadarrama, echo á huir que no me alcanza un gamo. Bien se me ocurre hacer lo que aquel que en tiempo del Imperio tiró al foro una cáscara de naranja rellena de luises, gritando: Prenez les louis et rejettez l'écorce (1); pero no me atrevo, y me atengo á la máxima de inis queridas y prudentes amigas las golondrinas, que dicen al ver llegar el triste otoño y el frio invierno: ¡Huir..... huir..... comadre Beatriiiiz!

No me hagas cargos por mis muchas citas, cosa (1) Era un juego de palabras, aludiendo los luises á Luis XVII, hijo y nieto de otros, y los Corses (le Corse; el corso) á Napoleon Bonaparte.