Página:Clemencia, novela de custumbres (1862).pdf/462

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 192 —

—Ni yo exigencias despóticas, contestó en tono firme Clemencia.

—Creo que despues de lo que acaba de mediar entre nosotros, señora, tengo derecho á ser exigente.

—Nada ha mediado entre nosotros que os autorice á hacerme salir de mi carácter y de mi línea de conducta.

—¿Me rechazais?

—Vos sois el que se aleja; no os rechazo yo.

En este instante saludaba el Vizconde á Clemencia.

—Mandais algo para Cádiz? dijo Sir George con la más dulce y la más fina de sus sonrisas, al coger su sombrero.

La pobre Clemencia, que no sabia disimular, palideció y sintió un dolor tan agudo en su corazon, que dijo en voz que se esforzaba en hacer firme: —¿Os vais?

—Sí señora, me precisaorgel dijo Clemencia procu—¡Buen aje, Sir rando sonreir. ¿Volvereis pronto?

—No depende de mí, señora.

Y saludando á Clemencia con frialdad, y al Vizconde con altivez salió.