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—» — Don Galo, ¿quereis convertirnos en papanatas?

exclamó impaciente la curiosa Lolita.

—No, opinó un jóven estudiante; Pando quiere ser diputado, y se ensaya en el arte de hacer efecto.

—Dejad á D. Galo Pando, á quien viene mal el nombre como á mí, que en ini vida he tenido un dolor de cabeza, el de Dolores. Rojas, contadnos que tal hicieron anoche el tio Caniyitas.

Al oir mentar la zarzuela de moda, Rojas, que era un filarmónico, se puso á talarear: Las solteras son de orolas casadas son de plata, las viudas son de cobre, y las viejas de hojalata.

—Pura adulacion á las solteras! dijo Lolita; el garabatillo de las viudas es mucho más atractivo que los famosos y nunca hien ponderados quince abriles, que han inventado los poetas despechados, porque los veinte mayos no los hacen caso.

—En confirmacion de lo que Vd. dice, en cuanto á las viudas, hija mia, dijo D. Galo, que aprovechó la ocasion que se le escapaba de lanzar á la publicidad su famosa noticia, diré á Vd. que se casa uná viudita.

Don Galo suspendió su comunicado, volviendo