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nos asista! no sabe ni hablar: ¡mire Vd. con quien fué á dar la sábia! ¡Yo que creí que se iba á casar con el Licéo!

— —Quien menos vale, más merece, opinó uno de los presentes.

—¡Ya! ¡ya sabe la viudita! añadió una de las senoras mayores; Guevara que heredó de su tio Don Martin y que tiene por su casa, es una gran boda; Iya sabe la viudita lo que se hace!

—Es la opinion más errada, dijo un Oidor amigo de Clemencia, y la ménos justificada, la que atribuye a las mujeres que tienen alguna instruccion el que saben mucho, en el sentido que se ha dado á esta frase comun, que es un compuesto de astucia, cálculo, intriga y perspicacia. Es cabal y notoriamente lo contrario; esta clase de saber, suele ser propia de aquellas que no tienen otra cosa en que explayar su imaginacion y ocupar sus facultades intelectuales, y les es seguramente más útil que á las otras sus estudios: así, si las primeras tienen buena suerte, la deberán ciertamente á otras causas que á su saber, en el sentido dicho. Quien atribuya cálculo á Clemencia, debe precisamente no conocerla.

—Para predicador de honras, se pinta Vd. solo; observó ágriamente la señora de la Tijera.

. —Pues no ha dicho mas que la pura verdad, opino D. Galo. Sepa Vd., Lolita, hija mia, que á sus espaldas hace ese caballero otros justos elogios de Vd..