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Paroles CAPITULO XI.

Al dia siguiente fué D. Galo, como tenia de costumbre, á visitar á Sir George, visita que miraba como obligatoria desde que las pistolas de Manton habian aumentado su fiua amistad con un fino agradecimiento. Este le recibió con una de esas sonrisas prestadas, como dicen los franceses, que era en el altivo Gentleman la expresion de la suma distraccion, que producian en él los entes de tal nulidad, que se desdeñaba de desdenar.

Don Galo, como es de inferir, estaba lleno de la gran noticia, que si bien le habia contrariado, habia traido su contrapeso con la satisfaccion que le habia procurado Clemencia eligiéndole por su primer confidente, y por digno esparcidor de su confidencia.

Así fué, que apenas se hubo informado de su salud, cuando dijo á su amigo con una sonrisa colosal: