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¡Toma! Todas las mujeres que no tienen otro guiso, á ménos que no se quieran meter monjas.

—Ahí es donde vas errada, ama; que las hay que no piensan ni en lo uno ni en lo otro.

—Pues entonces... deja de querer á Bruno, que consentido estará en otra cosa.

— —Como tal cosa me vuelvas á decir, exclamó Constancia, te creo mas enemiga mia que mi Madre, mi Tia y mi hermana.

—¡Jesus! ¡qué extremosa eres! repuso Andréa. ¿No quieres que vea con dolor una cosa que no lleva camino, ni puede tener buen fin? Considera que te quedas sin la herencia de tu Tia.

—¡Mire qué espantajo! ¡Valiente cosa me supone á ... mí mi Tia ni su herencia! Herencia con condiciones..que se la guarde! ¿Para qué quiero yo ese dinero?

¿para dorar mi desgracia? No, ama, no; quiero ser feliz á mi gusto y sentir; y lo seré sin herencia, sin randeza y sin títulos: goce de esas decantadas felicidades quien las aprecie y desee. Yo solo una felicidad aprecio y deseo; y si llego á lograrla, aunque sea en mi vejez, daré por bien empleada mi juventud en esperarla. Así entiende, ama, —para que no me exasperes más de lo que estoy, alistándote con las otras para atormentarme,—que solo á un hombre amaré en mi vida; que me arrancarán el corazon ántes que le olvide, y que no me casaré con otro,aunque de no hacerlo, tuviese que pedir un pedazo de pan de puerta en puerta.