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PESCADOS
DORADO Á LA SAN MARTIN.
Diz que allá, cuando este héroe, en su gloriosa odisea, cabalgaba por los pagos vecinos al Pasage, un dia, al salir de Metan, pronto á partir, y ya con el pié en el estribo, rehusaba el almuerzo que, servido, le presentaban, llegó un pescador trayéndole el obsequio de un hermoso dorado; tan hermoso, que el adusto guerrero le dió una sonrisa.
Alentados con ella sus huéspedes: — Ah! señor! — exclamaban, alternativamente.
— Siquiera estos huevos.
— Siquiera esta carne fria en picadillo!
— Siquiera estas aceitunas!
— Siquiera estas nueces! —
San Martin se volvió hacia sus dos asistentes: