gloria y el pontificado de Pío IX, único Papa que haya puesto los pies en el Nuevo Mundo.
Desgraciadamente interrumpieron el Concilio con dispersión de sus miembros, los acontecimientos políticos; pasó á mejor vida el Padre Santo que lo había convocado; complicaciones inesperadas embarazaron el progreso de la postulación. ¡Ay, que el mundo fué entregado á las disputas de los hombres!
Se había despertado con la publicidad de tantos escritos el deseo de penetrar lo que hizo Cristóbal Colón, universalmente glorificado como navegante, por sus descubrimientos, para merecer el dictado de Servidor extraordinario de Dios; se leían y comentaban los libros del Conde de Roselly, multiplicando las ediciones la demanda; y entre los lectores no pocos hallaban reparo á las proposiciones sentadas como axiomáticas. La historia misma del Revelador de la integridad del globo, que el Conde—padre al fin de sus obras,—estimaba dechado perfecto, no escapaba á la severidad de la crítica, empeñada en demostrar cuán ajeno es el libro á las declaraciones de haber sido redactado con