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DE LA RELIGION CHRISTIANA.

curso, que le hizo a Cecilio, nuestro comun amigo, para desengañarse de sus supersticiones, y hacerle abrazar la verdadera Religion.

Fue el caso , que impelido Octavio de sus negocios, y animado del deseo de verme, vino á Roma, desamparando su casa, y arrancandose de los brazos de su muger y de sus hijos, que se hallaban justamente en aquella edad de la inocencia, que los hace todavía mas interesantes, quando la lengua no hace mas que tartamudear, y comienza á formar las palabras, sin poder pronunciarlas por entero. Es imposible que yo explique la alegría que sentí, al ver á un amigo tan amado; solo digo, que fue tanto mas viva, quanto habia sido menos esperada.

Los sentimientos y la curiosidad de la amistad se llevaron los dos primeros dias, pasados los quales fuimos en compañía de Cecilio á la encantadora Ciudad de Ostia. Este exercicio era para mi un remedio tan agradable como provechoso, despues de los baños de mar, que acababa de tomar. Las ocupaciones del Foro, suspendidas con motivo de las vacaciones, daban lugar á los placeres, que trae consigo la vendimia; y el otoño, en recompensa de los pasados ardores del estío, nos ofrecía su apacible temperamento. Habiamos todos tres salido un dia muy de mañana, con el objeto de respirar un ayre fresco y puro, y de disfrutar del placer sobre la arena, que cubre la ribera: y Ce-