A fe que no sea perezosa ni se duerma en el camino, ni vaya midiendo los pasos.
Prometo á Vuestra Merced que dejaba el viento atril con su ligereza, y creo que el tiempo veloz le prestó sus alas.
Más veloces son las que de suyo tiene, pues della suelen decir: El bien suena y el mal vuela.
Iba parlando con lenguas sin cuento, y tan á menudo las meneaba, que mal año para las delicadas hojas de los árboles tocadas con el arrebatado viento impetuoso, que con ellas se pudiesen igualar.
¿Y con qué boca hablaba?
Con la suya, que no la ha menester prestada.
¿No sabes que tiene una boca buena y otra mala? Con la buena publica los loores y con la mals los vituperios.
No sé cuál boca era, pero decia buenos loores, que excedían á los loores que el artificio humano ha inventado.
¿Adónde dijo que habia de ir?
Lo primero á todos los pueblos indianos, y luego habia de subir al excelso monte donde habitan las ciencias. Y hecho esto habia de dar un salto sobre el cuarto cielo donde Apolo rige el arco dorado.
Válgate Dios, hombre, que más saltos has hecho tú en tu plática que la saltadora Fama dijo que habia de hacer.
Así lo iba publicando, aunque no sé si decir y hacer es para todos.
En ella todo cabe, y según es llevará plazo ultramarino para publicar en España estos casamientos.
No lo dudo, sino que lo ha de cundir todo como mancha de aceite.
Hablan Vanagloria y Adulacion.
Salido hemos de duda: ya sabemos por qué fueron los regocijos de la noche pasada.
Por las bodas que se han de hacer han sido, y es verdad, Vanag]oria, que me reventaba el corazón en el cuerpo por salir á quebrar la boca á pomazos á los dos que estaban platicando.
¿Dado has en valiente?
Tan bien meneo la espada en la mano como la lengua en la boca, porque Arrogancia, mi hermano, me ha dado un par de tiempos Carrancinos con que no se me escapa hombre que me enoje.
Dejemos eso para su tiempo, y pues á todo el mundo convidan, convidémonos nosotros y vamos á las bodas.
¿Díceslo en todo tu seso?
¿Pues qué te parece? ¿No podremos nosotros parecer bien en ellas?
No, porque no nos querrán admitir en bodas semejantes, donde hay tan ilustre gente.