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Otra de las obras más importantes de Sarmiento, es la relación de la Campaña del Ejército Grande, publicada en 1852.

Es un panfleto político contra la actitud del general Urquiza. Su lectura nos introduce de golpe en el pasado lejano, y nos hace sentir los ardores de la lucha y los estallidos del furor guerrero.

En esta época fué elegido diputado por su provincia, al Congreso Constituyente, publicando al mismo tiempo dos interesantes folletos, San Juan, sus hombres y sus actos en la regeneración argentina, y la Convención de San Nicolás de los Arroyos, á los que siguieron poco tiempo después los Comentarios de la Constitución de la Confederación Argentina.

En 1860, su preparación política lo llevó á ocupar el ministerio de gobierno, puesto que desempeñó poco tiempo por haber aceptado luego una comisión oficial á las provincias de Cuyo, de donde más tarde pasó á Chile, Perú y Estados Unidos, con el cargo de ministro diplomático. La composición de un magnífico libro, fué el resultado de su misión en el último de estos países, cuyos datos respecto á su progreso, y cuya exhuberancia intelectual y material consignó en las interesantes páginas de Las Escuelas, (1866).

Pero no fué este trabajo el único resultado de su visita á la república del Norte, su imaginación infatigable, encontró tiempo en medio de los deberes de su cargo, para escribir otro libro no menos interesante; nos referimos á la Vida de Abraham Lincoln.

A su regreso á Buenos Aires, asumió la dirección de «La Nación», con lo que de nuevo se incorporó á la política, en cuya difícil carrera supo por su inteligencia ascender hasta Presidente de la República.

Sarmiento también fué orador, y tiene como tal espléndidos discursos, entre los que sobresalen, el elogio fúnebre de Rivadavia, el de la apertura del «Ateneo Argentino», y la apología de Belgrano llamada también «discurso de la Bandera», pronunciado en la plaza de Mayo el 24 de Septiembre de 1873, al inaugurar como presidente de la República, la estatua de aquel procer, y del cual trancribimos estos magníficos párrafos:

«En nombre del pueblo argentino, abandono á la contemplación de los presentes la estatua del general Belgrano, y lego á las generaciones futuras en el dicho bronce de que está formada, el recuerdo de su imagen y sus virtudes.
Que la bandera que sostiene su brazo flamée por siempre sobre nuestras murallas y fortalezas, á lo alto de los mástiles