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Malinche y la Sultana que se representaron por seculares: no pareció contravenir en esto los eclesiásticos á lo dispuesto en la Clementina, quoniam de vita el honestate clericorum, por lo honesto y sagrado de la causa. Pocos mas de treinta clérigos formaban la encamisada, y esta se dividía en cuatro cuadrillas de diversas nociones, indios, turcos, españoles y moros. Querer referir por menor cómo estaba ataviado cada uno, seria hacer una relación interminable: baste decir que todos iban vestidos de lamas y rasos de varios colores, con bordadoras de hilo de oro, de plata y de perlas, puntas de oro de Milán, con joyas de esmeraldas y otras piedras preciosas: los sombreros eran de castor, con penachos de plumas de varios colores y joyel de esmeraldas; siguiendo cada cuadrilla en el modo de vestir el estilo de la nación que representaba. Entre todos sobresalían en riqueza los que representaban al Gran Turco y la Sultana, Moctezuma y la Malinche.

Esta noche parece fué mayor el concurso en la plaza, que las antecedentes, sin embargo de haber sido muy numeroso. Los Señores de la Real Audiencia ocuparon sus asientos en el corredor de palacio, y los dos Cabildos los suyos en el de las Casas consistoriales: é inmediatamente se vió entrar la encamisada, acompañada de muchos lacayos con hachas de cuatro pavilos, que iluminaban la plaza y calles por donde pasaban: iba por delante una tropa de cajas, atabales, clarines, trompetas, marimbas y todos los instrumentos de que usan los indios: éstos iban en gran número, con ricos vestidos y galas como acostumbran en sus bailes, y pudieran haber salido muchos mas, porque varios de los gobernadores vinieron con sus pueblos, ataviados con mucho lustre y muy buenas galas; pero fué la desgracia, que se durmieron antes de tiempo. Después de esta cuadrilla, venían pidiendo plaza dos ayudantes mayores. Seguíase el guión, que le llevaba el Br. D. Miguel de Cuellar Varona, y á sus lados los dos comisarios, con sus cuatro alabarderos. Continuaban la marcha las cuatro naciones. Cerraban los cuatro tercios los dos Coroneles, que eran D. Francisco Alvarez de Toledo, y D. Francisco Niño Ladron de Guevara, vestidos á la española, y llevaban seis lacayos con hachas. Tras la