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Manifiesto.

tros mismos habeis de elegir, se acercará con res. peto y precaucioná examinarlos, y los remediará sin profanarlo.

¡Provincias Argentinas! ¡Con que impaciencia esperaba el congreso nacional el feliz momento de presentaros la constitucion, que le habiais encomendado, y de daros un testimonio práctico de la lealtad, con que ha desempeñado vuestra confianza! Pero desgraciadamente, cuando el momento ha llegado, tiene el desconsuelo de presentárosla en circunstancias, en que no estais tranquilas, y cuando la funesta discordia ha vuel á turbar vuestro sosiego. Mientras el congreso se ocupa solo de la salud de la república, hay pueblos, en donde se estorva el gran bien de su organizacion: mientras el congreso se empeña en estrechar, y fortificar los vínculos de fraternidad perpétua, con que deben unirse todas las provincias, algunas hay, donde se han tomado las armas para romper esos dulces lazos, y derramar la sangre inocente de sus hermanos. Escuchad, argentinos, la voz dolorosa y urgente de nuestra afligida patria, por el organo fiel de sus representantes. Os conjuran á su nombre para que, arrojando las armas ofensoras, recibais la oliva de la paz, y hagais cesar los peligros, que por todas partes la rodean. No conviene disimularlo: peligra su existencia, si no la fortificais prontamente. Mirad por una parte un enemigo poderoso y encarnizado, que, aprovechándose de vuestras inquietudes, sostiene la guerra mas injusta, para mantener el robo mas escandaloso de una de nuestras mas hermosas provincias: mirad por otra, como, al favor de nuestra situacion, se ha desmembrado un grande, y precioso territorio nuestro: mirad, por fin, como, en la tormenta, hay quienes esperan el naufragio, para apoderarse de los restos de la nave: pero todo será remediada en el instante, en el instante,