Plata, que fueron prisioneras á Londres despues de la primera expedicion de los ingleses, habian sido conducidas á Cadiz, y tratadas alli con la mayor inhumanidad; que se habian visto precisadas á pedir limosna por las calles, para no morir de hambre; y que desnudas, y sin auxilio alguno, habian sido enviadas á combatir con los franceses. Pero en medio de tantos, desengaños permanecimos en la misma posicion, hasta que ocupando los franceses las Andalucias se dispersó la Junta Centralnotalion En estas circunstancias se publicó un papel sin fecha, y firmado solamente por el Arzobispo de Laodicea, que habia sido Presidente de la extinguida Junta Central. Por él se ordenaba la formacion de una Regencia, y se designaban tres miembros que debian componerla. Nosotros no pudimos dexar de sobrecogernos con tan repentina como inesperada nueva. Entramos en cuidados, y temimos ser envueltos en las mismas desgracias de la Metrópoli. Reflexionamos sobre su situacion incierta y vacilante, habiendose ya presentado los franceses á las puertas de Cadiz, y de la Isla de Leon; recelábamos de los nuevos regentes, desconocidos para nosotros, habiendose pasado á los franceses los españoles de mas crédito, disuelta la Central, perseguidos y acusados de traicion sus individuos en papeles públi blicos. Conociamos la ineficacia del decreto publicado por el Arzobispo de Laodicea, y sus ningunas facultades para establecer la regencia; ignorabamos si los franceses se habrian apoderado de Cadiz, y consumado la conquista de España, entretanto que el papel habia venido á nuestras manos; y dudabamos que un gobierno nacido de los dispersos fragmentos de la Central no corriese pronto la misma suerte que ella. Atentos á los riesgos en que nos hallábamos,
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